EDIFIQUEN SU PROPIO REINO FAMILIAR
Construir un matrimonio feliz también incluye la idea de construir un «reino familiar». Hay un dicho que dice: «La casa de un hombre es su castillo». Esto se debe aplicar a toda la familia,” la casa de la familia es nuestro castillo “donde él es el rey, su esposa es la reina amada y los hijos son los príncipes y princesas reales que deben formarse correctamente para cumplir sus obligaciones futuras. Los padres colaboran con entusiasmo para asegurar que estos futuros líderes reciban el apoyo, la guía, la disciplina y la formación necesaria para el papel importante que cumplirán en el porvenir.
CONSTRUYAN JUNTOS SU «CASTILLO»
Es así como la actitud compartida será una que mira siempre hacia adelante y que planea las mejoras en aquel «castillo» que es su casa. Se tendrán en cuenta siempre los conocimientos, el gusto y la habilidad de la mujer en temas como la decoración del hogar, el cuidado del jardín y la obtención de los electrodomésticos. Toda compra grande, como la de una casa o un automóvil, será un proyecto de familia, que brinda la oportunidad y el beneficio de que el esposo y la esposa compartan esta experiencia.
Sin caer en necedades ni fantasías, los casados deben verse como «socios» en una gran aventura: la de construir juntos una carrera, un negocio y una vida. Deben estar de acuerdo en su manera de relacionarse con amigos, familiares y conocidos. Con la plena participación de los dos, deben discutir y planear su estrategia conjunta y plantear en detalle lo que cada uno puede aportar para acercarse más a sus metas en la vida.
Una vez que captamos y asimilamos estos dos conceptos relacionados con el significado y propósito del matrimonio, unión y creación, propónganse edificar su unión y hogar en torno a ellos. En vez de un marido y una mujer aburridos y sin interés por conocer los pensamientos del otro, ambos deben sentir un enorme entusiasmo por el «reino familiar» en miniatura que están construyendo juntos. Habrá un interés común y un propósito común que los lleve a enseñar y a mejorar su hogar y su posición económica y a planear el futuro: su futuro.
En un matrimonio realmente dichoso, donde se respete el principio de unidad para compartir todo, no es «mi casa», «mi auto» ni «mi cheque del sueldo», sino que la actitud es: «nuestra casa, nuestros ingresos, nuestro futuro».
Los hijos. ¡Son un vasto terreno de conversación, planeación, resolución conjunta de problemas e intercambio de esperanzas y sueños! Es muy grande el sentido de unidad que se genera al hablar con frecuencia de las metas familiares. Si los dos trabajan, quizá convenga hablar detenidamente de cómo apartar lo suficiente para que ella pueda dejar de trabajar luego de algunos años y empiecen a tener hijos. Más adelante, los dos deberán planificar el aspecto económico y otros detalles para el momento en que él o ella, o ambos, tengan que jubilarse. ¿Cómo se darán el lujo de hacerlo? ¿A dónde podrán mudarse para reducir los gastos? ¿Qué estilo de vida les brindará a ambos las satisfacciones personales que necesitan a medida que se presentan estas situaciones? ¿Podrán montar algún negocio casero que les permita seguir ganando al menos un ingreso modesto después de que uno o ambos se jubilen?
Si el marido y la mujer pueden trabajar juntos como un «equipo», su matrimonio puede tener muchísimo más sentido para ambos. Cada uno estará siempre aportando al «reino familiar». Cada uno estará dando, construyendo y compartiendo la gran aventura de la vida, ¡unidos de un modo muy especial!